Borgo Pinti

Firenze. Calle Borgo Pinti. Número? Cada mañana salíamos de casa, girábamos a la derecha. La calle era estrecha y oscura. No recuerdo claramente las casas, pero tengo grabados el suelo de piedras, el silencio, los balcones. Y el misterio y la pasión de Italia. Recuerdo un lío de calles. Y que luego había una plazoleta y una bifurcación. Girabas a la derecha y al final, la calle se abría en canal. Y allí te sorpredía él: el duomo. La catedral. Y de repente un montón de turistas llenándolo todo. Recuerdo que la primera vez que vi el campanile me mareé. Tuve que doblar el cuello hasta el cielo y creo que nunca había visto una torre tan alta; no me cabía en la vista. Yo tendría unos 12 ó 13 años. Para mí, Italia, Florencia, son esas sensaciones. Las de estar en otra época, pero en ésta, inmersa en una historia de guerras, grandiosidades, condes, duques, mecenas, príncipes, Michelangelos y Brunelleschis. Escuchaba embobada las historias que mi padre nos contaba a mi hermano y a mí (mientras mi madre estaba en clase). Tal vez no las recuerde bien, ni todas. Pero lo que sentía mientras él explicaba todo de lo que se había empapado durante meses para preparar las vacaciones, lo recuerdo perfectamente. Miedo, admiración, sorpresas, magia, historia... todo, todo junto. Aún lo recuerdo. Y hoy me ha vuelto a acaparar todo eso. He estado otra vez en Borgo Pinti, en ese apartamento que en su día fue un palacio. Con ángeles pintados en un techo increíblemente alto, ventanales gigantes y un espacio grandísimo que me daba miedo. He ido con Google Earth. He visto mi casa, Barcelona, París... y Florencia. Nada me ha impresionado más que esta ciudad. Y la calle seguía allí. Y el recorrido hacia la catedral también. Y hacia el ponte Vecchio, Santa María Novella, San Giminiano... y era real... no un mapa. Las calles estaban ahí. Hacía mucho tiempo que no me acordaba tan bien de ese viaje. Pero hoy he vuelto a estar allí. Otra vez. Caminando sobre los adoquines, fríos y oscuros, entre palacios, guerras, condes, historias de huídas, de amores, de asesinatos. Con mis piernecitas de 13 años, asombrada de Florencia.