Ya ves...

Pero luego llega el final del día y se me va el quelato. Estoy infinitamente cansada de la jornada laboral y todavía me queda la clase de inglés. Joder! Mi cerebro está descargado y se va a lugares lejanos y cuando me doy cuenta, ya ha pasado media hora en la que no me he enterado de nada de lo que ha dicho Maggie (se escribe así? Dios mío, nunca aprobaré ese examen!!!). Y estoy muy cansada y cualquier cosa me hace gracia y me empiezo a reír y no puedo parar. Parezco una boba adolescente en una clase del instituto. Pero cuando llego a casa y veo que a mi compañero de piso le pasa algo similar, me doy cuenta de que... iba a decir otra cosa pero de lo que me doy cuenta es de que vivo con un pirado igual que yo. Y eso me hace más gracia y me río más!
Y al día siguiente todo vuelve a empezar y me vuelvo a encontrar con los ojos. Que me impresionan. Y que me intimidan. Y que tanto me gustan. Y, a pesar de todo (lo de ayer, que aún dura hoy), no puedo evitar sentir un pinchazo de felicidad.
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